8 de noviembre de 2007

UN JURAMENTO INCUMPLIDO

Por Wolfgang González Beluche Comunicador Radiofónico, Periodista y Catedrático Universitario
Publicado en el portal informativo http://www.noti-news.com/ el 7 de noviembre de 2007
Con el advenimiento de noviembre, se inicia la celebración del Mes de la Patria, tiempo en donde se exalta el espíritu combativo de mujeres y hombres de esta tierra istmeña, que en aquel entonces, ante la postura intransigente de extraños, deciden salvaguardar la majestad de lo que consideraron mucho más que abundancia de peces, mariposas y flores: PANAMÁ. La historia es muy clara y no varía, pero sí se repite, en donde los intereses de las mayorías se ven menoscabados por los de las minorías. Estudiosos de la realidad social, denominan a este fenómeno como la desigual repartición de la riqueza, donde el Estado (que en nuestro caso somos todos) enfrenta innumerables retos a través de inversiones para favorecer a los ciudadanos. En estos momentos que disfrutamos el jolgorio del 104 aniversario como República independiente, un organismo que aglutina a distinguidos miembros del cuerpo médico local, ha decidido interrumpir la felicidad que embarga a todos los panameños, declarando un paro de 48 horas prorrogables a partir del 6 de noviembre de 2007, en demanda por el aumento de salario, que ellos (las y los distinguidos galenos) han denominado muy categóricamente una equiparación, o como destaca el diccionario: considerar a alguien o algo igual o equivalente a otra persona o cosa. Ahora bien, estos profesionales de la salud manifiestan que todo se fundamenta en un pliego de diez (10) puntos, el cual ya ha sido presentado al Gobierno Central y que el último punto, el diez (10), es el que hace alusión “al aumento solicitado”. También fue aclarado, que al aplicar esta medida de fuerza (el paro), no se desatenderían los cuartos de urgencia y otras funciones. Pero todo esto trajo su consecuencia, presentándonos un panorama oscuro, donde impera el desasosiego, la intolerancia y el sufrimiento del más endeble sector social, lo que líneas arriba denominamos las mayorías, que en el caso de los asegurados, aportan sus cuotas para un “apropiado servicio” ¡...que érase una vez! Prueba de lo anterior, es que gracias a esta inhumana e irresponsable determinación, se han perdido aproximadamente tres mil (3,000) citas y seiscientas (600) cirugías y preguntamos ¿quién paga este dinero perdido? ... o mejor dicho, ¿estamos respetando el más preciado bien que nos legara el Creador, la vida? Ante estas apetencias ¿qué hacemos?, ¿a quién recurrimos? Estamos de acuerdo en señalar, que toda persona o grupo de personas, mejoren su estado de vida mediante un incremento salarial, pero lo que no puede ser aceptado, es que ese reconocimiento para unos cuantos, perjudique inmisericordemente (como es el caso) la prestación de los servicios de salud pública. Lamentable es la conducta señalada, la cual deja entrever una muy fraguada inmadurez profesional, de los que decidieron “apoyarse” en el Báculo de Esculapio para contrarrestar los males de la humanidad, hoy “recetan” desasosiego. Pero estos mismos que exigen equidad, ¿sabrán que el curar las dolencias del cuerpo humano, no les permite destacarse como de castas especiales, omnipotentes, inmortales o en todo caso, gozar de la capacidad que poseían los antiguos Romanos como el jus de vita et necis (el derecho a la vida y muerte)? ¿Tendrán la idea que al incumplir un juramento, el o la infractora del honor, se le tacha de perjuro?, máxime si es aquel redactado hace ya miles de años por Hipócrates de Cos, denominado “el padre de la medicina moderna” el cual lleva su nombre y que en uno de sus párrafos reza: “... Llevaré adelante ese régimen, el cual de acuerdo con mi poder y discernimiento será en beneficio de los enfermos y les apartará del perjuicio y el terror”. Si esto es así, a partir de este momento la policía no atenderá sus obligaciones; o los funcionarios de los correos como medida de presión, detendrán la correspondencia ajena; o los bomberos se resistirán a extinguir los incendios; o en todo caso los periodistas y demás profesiones inherentes a la comunicación social, nos declararemos de brazos más que caídos, por la paupérrima remuneración, deteniendo las rotativas y las producciones audio y/o visuales. No, para todo existe una metodología en donde como es lógico, impere el raciocinio ¡... búsquenla!, pues por sus se hechos se condenarán y todo un pueblo los está observando. Recordemos, que primero deben ser cumplidos los deberes, para entonces disfrutar los derechos.